sábado, 14 de septiembre de 2013

Artesanos por el mundo 8

No sé si las seguidoras antiguasos acordareis, pero, en tiempos, publiqué algunas entradas sobre artesanos que me había ido encontrando en mis viajes.

El otro dia, ordenando fotos, descubrí que tenía material para entradas que nunca llegé a hacer. Así que retomo la "serie", igual de low cost y cutrecilla que las de la tele, pero con la mejor de las intenciones.

Pero, antes, os recuerdo los post anteriores, por si quereis echarles un vistazo:

Artesanos por el Mundo 1
Artesanos por el Mundo 2
Artesanos por el Mundo 3
Artesanos por el Mundo 4
Artesanos por el Mundo 5
Artesanos por el Mundo 6
Artesanos por el Mundo 7

Y, ahora, !!!vamos con el episodio 8!!!!:

 MADERA TALLADA (MARRUECOS)

Supongo que, si habeis visitado Marruecos (u otro país del Magreb) os habrán llamado la atención los trabajos de marquetería y de madera. Me encantan las cajitas con incrustaciones de diferentes maderas, pero también las piezas torneadas.

Y, como me alucina ver a gente manejar herramientas que yo ni sabría coger (y menos manejar con LOS PIES), me encantó descubrir a este señor en el patio de una tienda.


Como veis, tallaba la madera usando un torno muy peculiar, apenas un arco con el que hacía girar la madera, y usaba  los pies para orientar y sujetar la gubia. Me encantó su maña.

Me dejó sacarle un par de fotos y, ademas, me regaló un trocito de madera tallada para hacerme un colgante...y !lo perdí!. No os imaginais la rabia que me dió.


¿Alguna vez habeis visto algo parecido?. Recuerdo que en la Expo del ´92, en el pabellón de Marruecos, había un montón de artesanos y seguro que alguno usaba un torno parecido, pero, cuando lo vi, sólo me recordó a un músico que había visto en Palestina.

En concreto en Belén. Era un anciano manco y estaba tocando un instrumento de cuerda con un arco, pidiendo limosna a los turistas. No sé qué instrumento era, de tamaño parecía un violín, pero no tenía la misma forma. Estaba sentado, apoyaba el "violín" en el suelo (al estilo violoncelo), con la mano sana pulsaba las cuerdas y manejaba el arco con el pie. Me impresionó mucho, la verdad, y eso que, obviamente, no era la primera ni la última escena de pobreza que vi en ese viaje.


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