Ya os dije que salir a pasear bajo la lluvia con o sin paraguas me parece una gozada.
Pero
 tambien es estupendo quedarse en casa. Yo soy muy casera, y me encanta 
lo de quedarme leyendo o viendo una peli, con la mantita... por eso mola
 aún más cuando además de llover hace frio o, mejor todavía, viento 
(porque la lluvia mola, el viento no).
La
 lluvia es una forma de hacer acogedor un hogar, incluso si vives en una
 habitación de 14 m2 en una mansarda de Bruselas donde sólo se agolpan 
una cama, un armario, una mesa y la cocina eléctrica, oye, es ponerse a 
llover fuera y te sientes resguardada y calentita, en la gloria, como si
 vivieses en un palacio. Y sin gastarte pasta en decoración.
Cuanto peor es el tiempo fuera, más acogedora es tu casa.
También
 mola ver las gotas en el cristal (aunque luego haya que limpiarlos, que
 eso si es un coñazo), y escuchar el ruido. Eso es lo mejor de todo.
En
 el pueblo sigo teniendo la habitación en la buhardilla. Las buhardillas
 son super cucas, muy románticas, recuerdan así como a París, pero 
además son pequeñas, la mitad del espacio se pierde por la altura 
decreciente y hace mucho frio en invierno y calor en verano.
Pero
 no os imaginais cómo mola estar en la cama mientras llueve. Sobre todo 
el fin de semana, cuando no hay que madrugar. El ruido de la luvia sobre
 las tejas se oye mucho más y cualquier llovizna parece una tormenta, se
 está tan a gustito!
Hasta
 que te cae una gotera en la cama. Si, eso también me ha pasado. Dos 
veces. La primera tenia un vestido estirado sobre 
la cama para que no se arrugase y cuando me lo fui a poner estaba 
empapado. Y al cabo de unos dias descubrimos que no habiamos arregado 
bien la gotera, ya que mientras dormía empecé a oir un goteo y tuve que 
levantarme a por un cubo.
Pero, aún asi, !merece la pena!
No hay comentarios:
Publicar un comentario